miércoles, 23 de enero de 2013

Abarcar la vida por sus cuatro costados debería ser para nosotros el fin más ultimo de nuestros días. Disfrutar de la esencia de cada acción cotidiana o de la embriagadora lujuría de un acto fuera de lo común debería ser para nosotros una premisa certera.
Sin embargo, nos conformamos esperando algo que no sabemos muy bien que es. Lo que nosotros denominaríamos ese "algo, llamado aquel" que nos impulse o que nos precipite sobre el perfecto camino de la felicidad.

La felicidad no se busca se haya en la sorpresa de un atardecer naranja, de una sonrisa cómplice o de una mirada reveladora, de un beso agridulce, de unos pasos sin control o de un descontrol acelerado que no sabemos a donde nos lleva.

Sin mas miedos que los ya pasados tenemos que enfrentarnos a los días aferrándonos a la esperanza de que cada minuto puede ser más excitante que el anterior. En mi caso, prefiero pensar que el tiempo va a ser venévolo y justo conmigo y que me va a ayudar a pasar los días que me separan de mi felicidad.

En eso creo que consiste la vida, en dejarte llevar y abrazar por lo inesperado, en luchar por las causas nobles, en amar sin esperar nada a cambio y en ser buenos incluso cuando nadie nos mire.

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