sábado, 29 de diciembre de 2012

Son las cinco de la mañana y me despierto sobresaltada.
Mi cuerpo se ha levantado y se que es porque no estás a mi lado.
Me prendo el cigarrillo y empiezo a pensar en ti.
Y fumo y fumo y mis pensamientos se inundan de un humo que no me deja ver.
Me veo y no me veo. No me reconozco en el espejo, este reflejo me engaña.

Me vuelvo a la cama y te dibujo en mi techo.
Te pinto con mis recuerdos que se mantienen férreos con el paso del tiempo.
Pero solo te dibujo y me muero por tocarte.

Anhelo tu respiración, la forma en que me tocas.
Te deslizas en mi para inundarme de felicidad.
Echo de menos tu olor, tu forma de seducirme, de darme tu amor.

Y con este torrente de emociones me excito y estremezco.
¿ Por qué no estas aquí a mi lado?
Te necesito porque tengo miedo del tiempo.
Esa fiera que desgarra espíritus y amilana a los corazones más vivos.

Por primera vez en mucho tiempo, como dicen en la película
"Doy gracias por el miedo"
El miedo a perder a la persona que más quiero en mi vida.

Entonces salgo de mi trance
y te encuentro ahí,
junto a tu intención enhiesta de no abandonarme ni un minuto.
Y aparcando a un lado la ficción,
"Doy gracias por ti".


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