martes, 3 de julio de 2012

Attraversiamo la realtà


Es cierto eso que dicen de que las palabras son capaces de nombrar lo real y lo irreal, la realidad y la fantasía, pero hoy he aprendido una lección mucho más valiosa que ha roto mis anteriores esquemas.
Aunque sé y todos sabemos que la palabra no es la única forma de expresión del arte, en muchos casos esta premisa se adhiere a nosotros haciendo que se reduzcan nuestras posibles percepciones futuras. Creo firmemente que no solo el artista tiene que desarrollar una visión que vaya más allá de una representación, sino cualquier persona que se enfrente a una nueva forma de expresión.
La exposición que vi ayer de Ricardo Rodríguez me sirvió de impulso para escribir estas líneas al igual que el viento impulsa esa cortina blanca y pura , que todos tenemos por sensibilidad, haciendo que esta se meza con el viento como un susurro de lo infinito. Cuando eres capaz de apreciar el esfuerzo y la dedicación que ha derrochado una persona en su trabajo, empiezas a descubrir lo importante que es abrir unos ojos en ti mismo para ir mucho más allá de la crítica técnica de los trazados en el lienzo. Tras de tomar conciencia de todo esto damos paso al camino de la emoción, caminos que Ricardo dibuja, muchas veces claros y otras no tanto, muchas veces melancólicos y muchas veces esperanzadores, anhelantes de encontrar un fin y a la vez deseosos de perderse en su fin más último.

El artista del que hablo, ese llamado aquel, se enfrenta cada día que observa su cuadro al suspense que supone no mostrarlo, pero realmente es demasiado bella la ilusión de poder robar la atención de una persona sea cual sea ,con miles de pensamientos y preocupaciones, para que se dedique a contemplar tu trabajo tan solo unos segundos. Tan apasionante resulta la crítica como el elogio.

Otro de los rasgos que me gustaría destacar es la magnífica naturalidad con la que el autor nos muestra su obra, ese gran paso significa olvidar la idea de sentirse observado para ir desnudando lentamente su alma cuadro a cuadro.
No solo es magnífica la narrativa de los cuadros, también lo es la bonita y diferente concepción de los aspectos tan infinitos que se nos muestran, como una colección de recuerdos de los crepúsculos del ayer.

Ricardo que nos ofrece en sus obras múltiples retratos, quiere aclarar conceptos como la perfección o la imperfección, representada de una forma significativa con figuras que incitan a pensar en los vicios más hondos del ser. El autor quiere con esto marcarnos unas pautas vitales, que quizá sean las de su propia existencia, en definitiva, la senda de sus propios pasos, miedos, alegrías y experiencias, o quizás en estas líneas haya dejado volar mi imaginación más de lo que me estaba permitido.

Cuadros, todos los que recoge esta exposición, cargados de una profunda significación y sutileza, en los que prima sin duda un clara apatía frente a la soledad. Sin dejar de un lado la sensualidad con la que las distintas figuras se enlazan en el lienzo hasta fundirse en un aura invisible.

Si tuviese que elegir una pintura que sin duda me haya hipnotizado sería, "La puerta al paraíso". Esta gran obra que representa el paso al paraíso o a ese más allá que alguna vez todos hemos dibujado, aunque no sea en un lienzo, nos deja entrever como las puertas que hay que cruzar para llegar a ese paraíso son imperfectas y accesibles a todo aquel que este dispuesto a soñar. En este caso el pintor ha sabido como jugar con la captación de atención, ya que sabemos que uno de los mayores afanes que persigue el hombre es el de abarcar lo desconocido; y por ello detrás de esa puerta no se dibuja un paisaje lejano ni el retrato de una persona, simplemente se dibuja a uno mismo con su propia proyección futura. Para concluir uno de los toques finales lo marcan tres palomas blancas, que simbolizando la santísima trinidad, dan el toque de grandiosidad a la escena acompañado por el batir de sus alas.

Estas últimas líneas, que componen ahora una despedida, son de agradecimiento a Ricardo Rodríguez por ser simplemente un artista. Gracias por compartir una parte de ti, gracias por dejarnos soñar con tus cuadros. Un fuerte abrazo y hasta siempre.

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