miércoles, 22 de febrero de 2012

Estoy cansada de echar de menos lo que nunca tuve. Tengo esa terrible sensación de no avanzar en el olvido,me deprimo, estanco y paralizo.
Echar de menos a la gente se ha convertido en una rutina que no deja lugar a mi distracción. Siempre con esa impresión de que te falta algo, de que no estás completa.
La autopista reducirá nuestros momentos de pasión, pero jamás nos quitará lo que hoy y siempre tuvimos juntos.

Ayer cuando vi la película "El pianista" vi como magistralmente Roman Polanski, aglutinaba todos los miedos y todas las atrocidades humanas para lograr una expresión de angustia en el espectador.
Este autor representaba con imágenes los temores más hondos del ser humano, la soledad y la destrucción.

Y es que es verdaderamente estremecedora la imagen de Adrien Brody caminando solo entre las ruinas de lo que era la antigua Varsobia de los polacos.
Es irremediable que al ver esta imagen no se te encoja el alma.

El director de este film nos muestra las ruinas, ruinas no solo físicas,sino también psicológicas pues eran las que componían los corazones de la Alemania nazi.
Nos muestra como una sociedad opresora que condujo al desmoronamiento de personas con unos principios y con una nobleza apabullante.



Ese miedo a la soledad recorre todas mis noches de dolor, transformándose en gotas de recuerdo que bailan por mis mejillas, lamentando haberse arrojado al vacío, lamentando no ser de ilusión y felicidad.
Por eso pido a Dios que consuele cada noche mis perturbaciones, que serene mi ánimo y me ayude a no pensar.
Para así, con el tiempo, olvidar que un día esta bella ciudad existió y que aquel sol de los domingos se estrellaba radiante contra ella.

Deseo no desear, quiero no querer y quiero además creer que algún día, en algún lugar y en algún instantes aparecerá algo que me haga mantenerme a flote durante el resto de este largo viaje llamado vida.

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